“Cada casa es un mundo”, así reza uno de los preceptos o normas de esta tradición china tan antigua como interesante. En efecto, el Feng Shui (cuya traducción significa viento y agua), establece la disposición de nuestros muebles y el color de las habitaciones como elementos que definen el flujo de las energías en nuestro cuerpo, y que inciden en nuestra motivación y nuestra alegría a diario.
De este modo, el equilibrio y la armonía interior están determinadas por el orden y la limpieza en nuestros hogares, donde además debe prestarse atención a las entradas de luz, y la disposición del mobiliario, en dependencia del tipo de habitación. Por ejemplo, las cocinas son receptoras de las energías positivas, no tan así el cuarto de baño, cuyo interior debe reforzarse con colores vivos y alegres.
Ejemplos como los anteriores son solo una breve pincelada de todo cuanto puede ofrecernos este estilo de decoración tan peculiar. Conozcamos más sobre cómo aplicarlo en nuestras habitaciones.
Más de 5000 años han transcurrido desde que el Feng Shui comenzara a formar parte de la filosofía tradicional china. Sus bases están fundamentadas en la relación entorno-ser humano, y el modo en que la primera puede beneficiar a la segunda. En otras palabras, nuestro mundo interior está condicionado por el mundo exterior que nos rodea, y de ahí la importancia de lograr una armonía correcta en nuestros hogares.
Desde sus orígenes, el Feng Shui surgió del análisis y la experimentación de maestros antiguos chinos, cuyos resultados atrajeron la atención de miles de personas y la posterior introducción de estos preceptos en el mundo occidental. Dentro del Feng Shui, se manipulan conceptos como los cinco elementos (agua, fuego, tierra, madera y metal), así como los puntos cardinales para orientar convenientemente los objetos que componen una habitación.
Este es un punto fundamental dentro de la filosofía del Feng Shui. El uso de tonalidades suaves y relajantes, permitirán reforzar nuestro Chi (flujo vital de energía), a la vez que mantendrán nuestras emociones bajo un estado positivo. El blanco debe ser el color predominante dentro de la habitación, secundado por otros valores cromáticos más vivos como el ocre o el amarillo.
En sentido general, el Feng Shui permite jugar con los cinco elementos, representados por distintos colores como mencionaremos a continuación, y con la intención de enfocar un mensaje renovador y de energía positiva.
De este modo, podremos encontrar en el rojo, el naranja o el rosado, la representación del fuego, colores que pueden ser encontrados en alfombras o velas mientras que el amarillo claro o la terracota son los llamados colores de la tierra, que refuerzan nuestras relaciones personales y deben ser aplicados en lugares donde se reúna la familia.
En cuanto al gris o cualquier otra tonalidad metálica, son portadores de productividad y eficiencia en el estudio y el trabajo. Por otra parte, para el elemento agua, evidentemente encontraremos una clara simbología en el color azul, cuya presencia en baños y dormitorios aseguran frescor y la tranquilidad necesarias.
Finalmente, el elemento madera puede lograrse a través del marrón y el verde, que encarnan los sentimientos de seguridad y estabilidad, y por lo tanto son aplicados en todos los lugares del hogar.
Un buen Feng Shui instituye que el comedor es el lugar por excelencia donde se consumen las ofrendas del elemento tierra, por lo que es necesario contar con este tipo de espacios dentro de nuestro hogar.
De esta manera, resulta una cuestión de vital importancia el separar o diseccionar cada habitación del hogar, y en caso de que se encuentren unidas, por ejemplo una cocina-comedor, diferenciar claramente ambas estancias a través de colores o de la iluminación.
La mesa de comedor, por su parte, debe mantener grandes proporciones, y evitar los bordes punzantes. Las sillas deben ser cómodas y permanecer a una altura adecuada con respecto a la mesa. Deberás velar además por la comodidad de los comensales, y de ser posible incluir una alfombra, pues atrapan las buenas emociones.
En todos los aspectos, debemos cuidar que la energía transite sin obstáculos, y en este sentido los objetos pueden permanecer juntos pero sin tocarse entre sí, las puertas deben ser lo suficientemente grandes y no poseer muebles frente a ellas, al igual que conviene evitar materiales como el aluminio o el cristal. En su lugar, elige el bambú o la madera para las sillas y las mesas.
El salón es el espacio ideal para las tertulias familiares y el lugar de encuentro para las personas que nos visitan. Con esta idea en mente, debemos proveer una estancia agradable a nuestros huéspedes, de modo que se sientan satisfechos con nuestra hospitalidad y aporten buenas energías al hogar.
La organización de los muebles debe evitar los ángulos rectos y concebir una estructura cerrada, para que el Chi permanezca en un ambiente de comodidad y organización. El sofá no debe ser dispuesto de espaldas a la puerta de la casa, sino más bien fomentar las relaciones y el intercambio con nuestros visitantes. Preferiblemente, optaremos por un mueble de este tipo fabricado en madera y con un tapiz en algodón o lana.
Para la mesa del sofá, la situaremos alejada del centro de la habitación, y nunca entre la puerta y la ventana de la sala. Este último elemento debe contar con suficiente espacio para favorecer la entrada de luz natural, y aunque algunos materiales como el plástico o el aluminio son permisibles, nada sustituye la pureza de la madera.
Finalmente, con respecto al televisor, debe reservarse al sitio más alejado de la habitación, y de ser posible, ocultarse cuando no se esté utilizando, o en su defecto, desconectarse de la alimentación eléctrica para evitar la perturbación de las ondas electromagnéticas.